Te levantas de la cama, a las seis en punto, con el torso desnudo y los calcetines bajos. Te sientas en el borde y tus ojos se clavan en el pantalón tirado en el suelo, que en la penumbra del…
No solo quiero desnudarte el cuerpo, también quiero desnudarte el alma, besarte las cicatrices que escondes bajo la piel, cerca de un corazón que ansía amar. Ataviarte con tardes de risas en el parque, mis brazos, un café con leche…
Tomé su mano y la invité a leer un libro nuevo. Vi de reojo su expresión, con esa chispa entre deseo y complicidad. Era la primera vez que estábamos juntos, en esa habitación, con una copa de vino corriendo por…
Te esperé, con un vaso de agua y dos cigarros. Al final del otoño, sentado en una banca, con un ramo de flores y la mirada buscando tu silueta, entre cientos que se encontraban frente a mí. ¿Acaso te preguntaste…
Y ahí estaba yo, de nuevo. Ebrio. Con el fuerte aroma de un perfume de catálogo pegado a mi nuca, como una costra de sangre, que rascas y lo único que logras es hacerla sangrar de nuevo. Ella es persistente,…
¿Has visto alguna vez el vuelo de una mosca? Errático, dominado por el azar, en giros y quiebres sinsentido, forma o dirección. Caótico, verlo es jugar a predecir el futuro. No sabes para donde se dirige, hacia donde voltear. Lo…
¡Campesinos del mundo, levantad el puño! Que la tierra nos ha dado paz, comida y libertad. Ha visto por nosotros, dándonos sus frutos y su compresión, más allá de lo que nuestras madres y hermanas lo han hecho. Nos bendijo…
Viejos sillones han tomado fuerza, coloreando el viento de una tarde manchada por café y un coqueteo. Arrastrándome dentro, mientras le pido al tiempo que se detenga detrás de aquellas gradas, para intentar calmar estas manos nerviosas que no saben…
Hola, soy una hoja. Posiblemente no me conozcas o hayas escuchado mi nombre. No te preocupes, no eres el único. Estoy acostumbrada ser relegada, la segunda, la de atrás. Olvidada. Siempre a la sombra de la flor que brilla sobre…
Sí, me llamas zorra. Exiges que abra las piernas, destrozas mi vagina con tus arremetidas convulsas y dejas tu aliento putrefacto impregnado en mi cuello, cansado de tantas mordidas sanguinolentas que marcan tu boca. Sí, me llamas cualquiera. Quieres que…